domingo, 13 de abril de 2014

FARMACIA DE SORPRESAS

Ayer por la noche, me acerqué a la farmacia para adquirir un medicamento que me permita aliviar este pequeño dolorcito en la garganta. Es muy probable que mis amígdalas se inflamen por haber comido muchos bodoques de coco con leche, fresa, maní y tamarindo. Recuerdo que en unos de mis viajes a la selva, a este refrescante manjar, lo llaman “Curichi” y en la capital “Marciano”. Lo cierto es que esa noche debí estar tan fastidiado que, desde un inicio pensé comprar algo eficaz, explosivo, y rotundo, para acabar con este terrible fastidio. 

Mis pasos se adelantaban para llegar al mostrador y cada vez que lo hacía, mi mente se preparaba para escuchar palabras técnicas en medicina. Esa idea convincente de aquella farmacéutica - algo coquetona y de lentes- sería el mismo protocolo, yo por mi parte solo atinaría a preguntarle: Pero ¿son buenas para la garganta? Sin importar, si luego de ingerirlas me intoxicaría. 

Unos metros antes de ingresar a la farmacia se acercó un muchacho algo temeroso, al principio pensé que era un ladrón, y aunque no tenía pinta de indigente también pensé que lo era.
Se refirió a mí con un amable “buenas noches” entonces descarté las ideas anteriores. Pero si noté algo extraño en su mirada, ya que estaban desorbitadas y lo sentía algo nervioso, finalmente me pidió algo que jamás en mi vida pensé escuchar. ¿Puedes, comprarme condones? Es que… tengo vergüenza.
Miré las esquinas con mucho nerviosismo. Por alguna razón me sentí como un conejillo de indias de estos programas con cámaras escondidas. Logré ver carros y transeúntes, así que le pregunté con un tono sarcástico: ¿Es en serio lo que me pides? Pensé ignorarlo y seguir mi camino, sin embargo las súplicas eran constantes. Suplicas, que poco a poco me fuera haciendo perder paciencia. Por un momento pensé responderle “amárratela” o “no jodas” . Pero desde mi consciente salió una voz con instinto de culpabilidad si en caso su novia saldría embarazada, estaba en un gran dilema -Qué carajos – acaso sería yo, quien disfrutaría de esa noche de calatería, morbo, el salto del tigre, la rana, el oso, etcétera. 


Después de cinco minutos y a regañadientes decidí ingresar a la farmacia y comprar las pastillas y los putos condones. Me acerqué a la farmacéutica y le dije: deme pastillas y unos… mientras el silencio le ponía un toque de suspenso, no recordaba la palabra técnica que define un condón (profilácticos). Ante la mirada sospechosa de la gente, mencioné cuatro veces la palabra “condón”. - Odié el día, la noche, la sordera de la farmacéutica, mi dolor de garganta, al tipo que nunca encontré fuera de la farmacia y a mi tía Clarita que estaba comprando sus pastillas para la presión y escuchó todo.


sábado, 15 de febrero de 2014

LLÁMAME CINCO PARA LAS DOCE.


Llámame cinco para las doce.
Cuando el día no haya terminado, cuando la angustia por escucharnos sea mayor.
Cuando pensemos que todo esté perdido pero… siempre hay un espacio en cada corazón; yo por ti y tú por mí.
Llámame cinco para las doce.
Cuando  el sol esté durmiendo bajo el firmamento lleno de  estrellas. Cuando esté a punto de conocerse el desenlace de nuestra película. Llámame que quiero contemplarte con mis palabras de amor.             
Haz  vibrar  mi corazón con tu voz. Calma esta angustia al no saber de ti.
Llámame cinco para las doce.
Cuando los 300 segundos no hayan acabado y el día siga siendo uno de los siete a la semana.  Llámame cuando el silencio de la noche sea para nosotros dos. Cuando recuerdes mi mirada y esas horas locas sintiéndonos.
 Llámame. 

jueves, 30 de enero de 2014

POR LA GRAN FRUTA




Cuando el minutero sobre pasó las 7:30 am abrí mis ojos. Pensé que mi repentino despertar se debió a un cierto  instinto que poseen  los seres humanos para automáticamente  escapar  de los laureles. Sin embargo todas estas hipótesis no fueron certeras ya que mi avivar a un nuevo día se debió al grito de una vendedor de fruta “papaya, mango y hasta piña” ¿Piña? , ¿ dije piña? piña estoy ahora porque recordé al señor de corbata y  terno  oscuro  mencionar: mañana -O sea hoy - regrese temprano para su segunda y  “gran entrevista de trabajo”. Sobresaltado reproché mi vida. Si tan solo hubiera despertado temprano, quizás ese tipo estaría  felicitándome y diciendo: Frank, bienvenido a tu nuevo centro laboral,  es más, ahora ese tipo  estaría  estrechando mi mano y  viendo en mí, a su futuro gerente o quizás visualizando al futuro  prometido de su hija o quizás tratando de asesinarme por estar con su hija.



Primero pensé en salir como un rayo estrepitoso directo a la entrevista; coger mi ropa y ponérmela no importando la hora y el estado oloroso que podría causar al ser entrevistado. Tal vez el tipo se quedaría dormido  o a la  vez diría “que pase el siguiente” entonces no fue buena idea.
Después de diez minutos singulares  viene ese trance juicioso, esos momentos en donde tratas de calmarte con un “tal vez fue por algo” o “ni quería” y finalmente el momento de olvidar, pero en ese intento llegan a otras ideas casi melancólicas y estúpidas. A veces  nos enclaustramos y limitamos nuestros  pensamientos, permitimos que otros tomen nuestras “propias decisiones” cuando deberíamos tener una personalidad única.  Qué rica fruta ¡!! 

martes, 14 de enero de 2014

QUIERO DECIRTE ALGO…


Diez minutos distanciaba la llegada de un nuevo día.  Desde hace mucho tiempo necesito saber de ti; escuchar tu voz  y  tal vez hasta ese  palpitar de tu corazón. Cuando apagué la luz  de mi habitación se encendió una divagación por saber más de ti, una batalla campal de grillos  haciendo ruido en mi cabeza, seguido de una voz consciente que me dice: “llama carajo, no tienes nada que perder, si te responde bien, si no, es no”. Es irónico porque ahora era yo quien sentía las pulsaciones de mi corazón.  He cogido el celular  presionando  el botón rojo, cuando lo hice se encendió la pantalla y  un haz  de luz dilató mis pupilas. El celular dejó de alumbrar la habitación y otra vez quedó oscura, el mismo ritual lo repetí tres a cuatro veces. A los cinco minutos trascurridos encendí el celular, ingresé a aplicaciones, luego a vídeos y  cuando menos lo pensaba, mecánicamente observaba los tres vídeos; dos musicales y un último de año nuevo.  
Pensé conciliar mi sueño pero era imposible. El gélido nerviosismo de mi cuerpo creaba otras hipótesis que tal vez podría utilizar como pretexto y abordar la idea de llamarla: “estará durmiendo”, “mejor otro día”, “debe estar al teléfono con alguien más” “mejor otros día”.
Llegué a la conclusión que la noche tiene un sentido desatinado, romántico y misterioso. Incluso no he descartado la posibilidad de culpar a la densidad de las constelaciones por  todos nuestros actos, pues todo sucede por la noche; salen los fantasmas, viene el dolorcito del diente, el escozor muscular  del cuerpo  arremete sin piedad, y por si fuera poco, teniendo un tiempo anticipado de 24 horas, decidimos llamar a quien nos gusta o extrañamos.
He toqueteado mi celular muchas veces, tanto así, que si se convirtiera en  una mujer ya me habría enviado a la cárcel por seducirla atrevidamente. "Yo necesito decirte algo, tengo un presentimiento algo ingenuo y quizás para ti algo descabellado". ¡¡¡Pero creo que algo te sucede!!!
Los 10 minutos sobrepasaron continuamente toda clase preguntas y temores. Es donde decidí deslizar mi pulgar y presionar el botón verde. Esa voz peculiar de la operadora me respondió primero. “el número que usted a marcado se encuentra suspendido”. Yo necesitaba decirte algo…

domingo, 5 de enero de 2014

TIEMPOS TRANQUILOS





Era un fin de semana pero no como cualquiera, hasta ese día  los problemas eran consecuentes y no podía más. Su enamorada lo dejó para siempre, se quedó sin empleo, sus estudios no podía ser pagados, su familia decaía. Y hasta el perro del vecino era feliz; menos él.     
Era el suplicio que partía su vida en dos. Ese mismo día iba dentro de un taxi cerca a la iglesia.  Bajó la luna de la ventana y le pidió al chofer que detuviera el carro.  Cuando logró salir golpeó la puerta; nunca escuchó las palabrotas del chofer enojado, pues sus sentidos estaban desorbitados, hasta la frente le sudaba.  Sus pasos eran desesperantes y como una ráfaga  ingresó a la iglesia, caminó todo el tramo de la parte céntrica – por  allí donde los novios llegan al altar con una gran sonrisa- cada paso era estruendoso, terminaba uno y seguía el otro dejando un eco en todo el recinto, como en las películas de terror, los asistentes volteaban sus miradas en cámara lenta cada vez que él pasaba por sus lugares.        

Finalmente llegó a completar su recorrido; estaba agitado, con ojos rojos. Las lágrimas besaron su boca para calmar el dolor pero él  ignoraba toda  idea metafórica. Sin piedad alguna miró a Cristo crucificado, luego sucedió algo que nunca antes había ocurrido,  desprendió   desde su alma una voz abrumadora y le gritó al mismísimo hijo del  señor ¡¡¡Ten Piedad de mí, acaso te he fallado para merecer toda esta vida de porquería!!!! …      
-“sabes qué, mejor mátame, mátame para no sentir nada”…   
- “mátame y termina con todo esto”    
El silencio fue fúnebre, la misa ya no empezaría dentro de cinco minutos porque el padre casi sufre un desmayo. El murmullo de la gentil concurrencia era cada vez mayor. Y él, el joven de los problemas, yacía en el  suelo como pidiendo perdón.              

Estoy seguro que luego de desprender su ira contra Cristo deseaba de todos modos un perdón, sin embargo pedir perdón a Cristo en una iglesia es complicado; primero porque Cristo no habla sino  envía señales o con el tiempo nos pone en caminos distintos.          
No obstante, ese día Cristo no se hizo esperar, un movimiento telúrico remeció la ciudad y la iglesia quedó vacía. Muchas personas corrieron despavoridas; algunas murieron en el acto.              
Mientras esto transcurrida, como un milagro divino el Cristo crucificado cayó sobre el piso de madera, perforando un agujero  donde él pudo introducirse para que el techo de la iglesia no lo matara.



sábado, 28 de diciembre de 2013

CORAZÓN DE MADERA



Introducción.
Hace tiempo dejé mi escribanía, ya no miraba por la ventana esos por menores de la vida, no decía nada, no escribía nada, no contaba nada. Cambié la lectura por horas de ocio y momentos que no quiero recordar. Me convertí en un homo ociosus e idiotus, Y no puedo perdonármelo. El siguiente post es un relanzamiento de “el escribano” como muestra sincera de querer ser aquel escritor innato.


CORAZÓN DE MADERA
Había una vez  en el pueblo “las lunas”, un tipo de sangre fría y espesa. Ningún golpe le causaba dolor, tenía un alma similar a la de un tigre salvaje,   no se lastimaba ni con las peores palabras; como si sus oídos fueran dos mezquinos.                 
Huérfano de padre y madre, lo encontraron en un balde de basura y fue acogido por  dos ancianos de aproximadamente  70 años.   
Lo extraño es que no poseía nombre, solo lo apodaban  “el muchachito” un hombre  de 20 años del pueblo las lunas. Una vez a las seis de la tarde,  cortaba la leña en el viejo corralón de su casa, cuando de pronto escucho la voz más dulce  del mundo; era una niña de 18 años, que por nombre llevaba el de Lucibel. Cuando su voz penetró los oídos el joven sintió un ardor en su corazón, como si un trozo de leña quemara su pecho. De inmediato esa sensación se detenía, para sentirse mas enamorado que nunca.
Así pasaron varios días, cuando asomaba hasta su sombra por el viejo corralón, para sentirse herido, y a la vez feliz. No solo llegó a  escuchar la  voz  de lucibel sino un día la llegó a poseerla con la mirada. La describió como la mujer nacida entre las  flores verde mar.      


Él se enamoró tanto que la conoció; la abrazó y se empalagó con el amor, pero no la besó. De alguna manera  el joven presentía esa extraña sensación era  producto del amor, por ese motivo  hasta ese instante no lo hacía.  Limitaba sus besos hasta que su resistencia no pudo más.  
En consecuencia, se volvió vulnerable a toda palabra, golpe y reacción. El muchachito ya sentía  dolor,  más aún en su pecho. Cuando una tarde cayó desmayado abrió sus ojos y despertó en la sala de un hospital. Increíblemente, los doctores le detectaron que poseía  un corazón de madera.      
Este órgano de madera fina yacía desgastado y algo quemado.Explicaron los doctores que en su  pecho lo llevaba desde que nació. El amor lo lastimaba mucho.       
       
Cuando salió del hospital sabía que tenía que decidir; entre el amor o la muerte de su corazón. Hasta que una tarde de abril, Lucibel sufrió un accidente, cayó en un viejo pozo con agua congelada, mientras caminaba por el bosque de nieve.  Su tiempo de vida era corto, sus huesos se congelaban, y los latidos de su corazón cada vez eran más débiles. Enterado de la noticia “Muchachito no resistió más” se abalanzó sin importarle lo que le pasara. Luego de sumergirse en el agua congelada la abrazó y los dos tiritaban con lágrimas en los ojos, fue una tarde muy triste como aquellas en las que te parten el corazón hasta convertirlo en añicos. La única solución la tenía él.     

Después de un discurso amoroso la oprimió entre sus brazos, la besó hasta con las llamas de su corazón; el agua congelada se evaporó y se dejó caer muerto en el fondo del pozo. El corazón de madera quedó completamente carbonizado.
La mayoría de veces en un tiempo poco común conocemos a alguien, rápidamente se transforma en parte de nuestras vidas. Tal vez nos haga daño y a la vez felices, algo contradictorio de lo que aún no se puede explicar perfectamente.  Tú, solo  cumple con tu misión, que es entregar algo sincero… no lo olvides.


DESPUÉS DEL AMOR



Sin vacilación y con toda libertad de expresión debo confesar que me volví a  enamorar. Esta vez como un niño maduro, es decir, de la forma más temple y consciente que pueda haber sido.
Ella posee rasgos crédulos y encantadores de los que cualquier hombre puede enamorarse; hasta yo lo hice pero a  diferencia de otros expuse  lo que realmente sentía, mi  proposición de quererla iba  más haya que su belleza física, era el hecho de sentirse genial y hacerla sentir distinta. Una manera espectacular que solo ella podía lograr. Cada encuentro mi corazón dictaminaba que la quisiera  más de lo planeado. Y eso ya me preocupaba. A pesar de todo esto siempre existieron abrazos y besos suaves entre los dos, como también  momentos de grata felicidad.
Así fue para mí. Recibí un  amor desmedido y a la vez no correspondido (en su totalidad). He llegado a la conclusión que un caballero debe abandonar el  campo de batalla cuando no hay respuestas. Huyendo de no ser alcanzado por ese monstro huraño que alguna vez se disfraza de amor. La mañana de ayer (antes de escribir este post) logré cancelar mi cuenta del Facebook para sentirme  sosegado en todo este proceso del olvido. Ya no veo sus fotografías, los like en sus estados y todos aquellos que se visten de niños buenos para repetirle lo que ella ya sabe y que de alguna manera alimenta su ego de más emociones “estás bonita”, “eres bella” etcétera.  
Considero también que en este proceso entramos en diferentes etapas:         

- Aceptar lo evidente con justa razón.
- Olvidar en un acto rotundo todo.
- No desear el mal, sino conservar la amistad para un próximo encuentro.
Es claro como el agua, después del amor viene el desamor. Como una película que llega al climax y luego pierde su interés. Por consiguiente, estuve meditando varios asuntos acerca de esto: Después de cada historia siempre hay una enseñanza. Segundo; no siempre vamos hacer perdedores, y tercero; no es malo enamorarse, pues lo importante es ser correspondido  y  cómo puedes tú, controlar tus sentimientos para no ser el afectado. Es una especie de sentimientos maduros, que, sin lugar a duda, nos hiere pero vamos aprendiendo, quienes merecen nuestro absoluto cariño o quienes no.

Luego de esta inexorable reflexión y salir de estos crispados momentos, debo decir que después del amor viene el desamor y con ello, muchos recuerdos materiales y espirituales que debemos guardar en una cajita. No me lamento del tiempo, la perplejidad y los males que haya ocurrido, fui muy feliz en su momento y yo sé que ella también. Gracias (N). Muchas personas de nuestro entorno, nunca supieron de nuestra historia. Mis palabras siempre fueron verdaderas desde el día que agarraste mi mano y me mirabas con emoción. Quizás no es todavía el momento o quizás, este fue el fin.