martes, 24 de septiembre de 2013

MATEMÁTICAMENTE DESASTROSO.


Me han tomado como rehén. Secuestrado y  sin escapatoria. Son cuatro integrantes: Baldor, estadística aplicada, geometría algebraica, y Cálculo I.    
-          Usted.
-          ¿Cuál es su nombre?
-          Mi nombre es Frank Pinedo, y no me gusta la matemática.
-          Entonces usted está condenado a estudiar sin descansar  “matemática pura”.

Después de  recibir un cero ocho de calificación.  La noche del mismo día me sumergí en una pesadilla incontenible. No sé si odio a la matemática, o la matemática me odia. Lo cierto es que no soy bueno en la materia. Según mi madre dice que,  desde un inicio mi  la negatividad fue discriminada en contra de la materia, las muestras de rechazo han permitido que mi lado Einstein, se vea ofuscado.  En otras palabras, pasé matemática copiando. Le plagié a juanito, Jorgito, y a toda la promoción de primaria y secundaria.

Si Baldor hubiera sido  mi padre. Hubiera muerto de un ataque cardíaco producto de la cólera, o drásticamente, la fotografía del árabe ubicada en la portada, sería de la siguiente manera: atropellado por un camello al enterarse que yo no entiendo perfectamente  la matemática.               
Consecuentemente este Post es para que sepan que no todos son buenos en todo.  
Hay quienes tienen talento para bailar, cantar, desarrollar problemas, actuar, ser comediantes etcétera. En cambio yo, nací con otras cualidades.    
Intenté aprender correctamente la matemática para desarrollarme en el área de la ingeniería, como algunos lo deseaban,  así como a cualquier carrera que sea inherente  a la  matemática. Pero la respuesta fue nula.

Siempre he enviado a los matemáticos del salón, porque, mientras  registraba  mi nombre, ellos ya entregaban sus exámenes completamente resueltos, mientras las niñas bonitas me decían, Frank, puedes explicarme matemática, ellos ya estaban ofreciendo su inmediata  ayuda. Las manzanitas o los palitos no siempre funcionaban, pues  quedaron en la historia conforme avanzabas de grado. Mi hoja del examen la miraba difusa, casi mareado con mucho número. Ni que hablar de la geometría analítica que el profesor enseñaba todos los benditos lunes, miércoles y viernes. Sin embargo, llegué a simpatizar con la trigonometría; el seno, coseno, tangente, cotangente y todas las razones trigonométricas, se volvieron amiguísimas, muy tolerantes conmigo. Hasta que llegó, el tema de las    funciones trigonométricas inversas y se jodió todo.        


La matemática ha sido siempre un problema; prefiero  reemplazarlas por lecturas y temas comparados a la comunicación. Aunque, el tiempo y las circunstancias nos ponen a prueba y la matemática es importante. Así que, terminando mi carrera, no dudaré en comprarme la tabla de sumar, restar, multiplicar y dividir.  

jueves, 19 de septiembre de 2013

MAL DE AMORES



De la familia de los Barranzuela, Javier B. Vivía un intenso romance con Beatriz Santa María. Ellos Tenían dos años de feliz relación;  vivían  enclaustrados bajo las luces de un intenso amor. Era el tipo de pareja que despertaba envidia.  Un dueto casi perfecto, pues sus gustos y preferencias coordinaban mutuamente.          
Transcurrió el tiempo y después de dos años y medio. Beatriz inició  la primera conversación  con una  pregunta  firme: “Cuándo nos casamos” algo sorpresivo y  fantasmagórico  para  Javier, ya que en su cabeza solo habitaba la frase del buen progreso.  No tenía un empleo seguro y las posibilidades del sacrosanto matrimonio eran reducidas al 10% por ahora. Sin embargo, fue algo que Beatriz no entendió.  

Después de la contundente y nerviosísima respuesta de Javier, al decirle que, aún no estaba preparado para el matrimonio;   Las cosas cambiaron, y al cabo de varios días  Beatriz cambió de actitud, pensó que estaba perdiendo el tiempo con un sujeto que no tenía planes matrimoniales. La dulce melodía se convirtió en un bolero  falaz.  Y Beatriz decidió fulminar  todo.               
Por lo pronto  Javier quedó como perro apaleado en callejón, moribundo y falto de amor.
Laboraba por tan sola  inercia; mientras su cerebro pensaba en  Beatriz, sus manos sacaban cuentas  y entregaban  papeles, era  un robot reprogramado.   

En los próximos meses su vacancia laboral fue puesta disposición, y su estado de ánimo seguía siendo eñ mismo -desastroso-. Así que, después de un año decidió marcharse de la ciudad de Piura. Como todos los que buscan un bienestar personal,  una mañana cogió sus neceseres, ropa, el dinero de la liquidación, entre otras cosas y llegó  a Trujillo.        
Sin familia residente,  se alojó en una pensión cero estrellas, deambuló por las calles en busca de trabajo pero como todo foráneo debía acomodarse en cualquier actividad. Paulatinamente fue mozo, vigilante, asistente... todo un mil oficios parecía.          

Ya cuando todo marchaba bien, recibió la llamada de su exjefe. El cual le comunicaba una nueva propuesta de trabajo;  con mejor sueldo y muchos beneficios para su ingreso laboral. Pronto regresó a Piura ascendió de  trabajador de oficina a Jefe de área, hasta realizó uno estudios de administración.
 Fue  su lucha constante basada en mucho tiempo de esfuerzo y dedicación.  Hasta una mañana abrió los ojos, se miró al espejo y  se sentía realizado, sin temores ni contradicciones. Había pasado  seis años desde la última vez que le tocó vivir  penurias del infortunio amor.             
Una noche como la de este día,  fue a la iglesia a un encuentro con  Dios; para orarle y agradecerle por todos estos  años fructíferos. A las 8:00 pm salió de la iglesia, cuando se dirigía por la puerta principal, dentro de un carro elegante bajada Beatriz  hermosa como siempre, pero  vestida de novia…          
No se preocupen Javier  estará bien.    

sábado, 14 de septiembre de 2013

VIERNES 13




No precisamente fue un día de mala suerte y supersticiones acostumbradas; en el que deba evitar  pasar por una escalera o el cruzarme con un gato color negro. He divagado por el centro comercial, utilizando mucha paciencia y observando los últimos precios en productos. Fui en busca de unas zapatillas confortables, de buenos colores, sin importar la marca  y  sobre todo que no estrangulen mis pies. Estoy ciertamente seguro que, si existieran zapatillas con ventiladores  sería el primero en  adquirirlas.               

Al cabo de una hora, después de una exhausta búsqueda en las secciones de ropa y calzado. Encontré lo que buscaba (aclaro que no fueron con ventilador). Lo sucedido después comprende una serie de curiosidades, pues al acercarme  a caja para cancelar. Tenía al frente a una mujer simpática y atractiva. Aunque, más haya de su belleza,  poseía una mirada distinta hacia mí, y no solo eso sino también me regalaba una sonrisa amigable y a la vez tentadora.
Yo por lo pronto, producto de mi hipocondriaca  timidez, pude corresponderle con una sonrisa y atendiendo a sus preguntas como: “va a pagar en efectivo o con tarjeta”… Cogí  el producto y me fui contando mis pasos como Jason el destripador, en realidad caminé sin querer, porque me acordé de la frase, “el amor está donde menos te lo imaginas”.  Teniendo esas suspicacias  regresé al día siguiente,  pero ya no la encontré.    

La misma noche he meditado acerca del viernes 13; en realidad no tiene nada de malévolo, todo está en empezar el día con buena actitud. He pensado también acerca de aquellas personas que las encontramos y automáticamente nos gustan. Casi nos  llegan a enamorar  como  a ilusionarnos. A esas personas, jamás las volvemos a ver…   

               

  

sábado, 7 de septiembre de 2013

MIS ÚLTIMOS DÍAS


He ido a la farmacia en busca de un medicamento para aliviar un irritante y punzante  dolor  en el pecho. Molestia desconocida de  la que puedes  plantear  hipótesis, muchas veces negativas;  moriré del corazón, es algo maligno,  tengo pocos días de vida, o quizás sea  un dolor muscular.  Asimismo, están los que adquieren la posición de médico  de cabecera para aliviarte el dolor con recomendaciones clínicas, y porque no decirlo, psicológicas – son tonterías no les hagas caso-. Al llegar a la farmacia la chica de cabello castaño cuyo nombre es Mayra, según su placa pegada en la  blusa, me preguntó que si era alérgico a la penicilina, si el dolor era constante, si bebía licor... y diez mil  preguntas más, para que al final del interrogatorio me brinde un calmante muscular.          

De cierta manera este dolor ha ido disminuyendo en estos últimos  días. Momentos exactos en que he terminado de leer un libro llamado “Muchas vidas, muchos maestros” de Brian Weiss.  Un médico psiquiatra  Estadounidense, que Cuenta la historia de Catherine (paciente)  y sus extraordinarias 86 vidas descubiertas a través de la regresión hipnótica. En esas sesiones paulatinas, pasó de ser una niña pobre, a una  pobladora  de Egipto, fue un   marinero de guerra, y hasta una mujer enferma de lepra, entre otras vidas más que dejaron atónito a Brian.    

El tema central es la  reencarnación. Concepto que en ningún sentido  despertaba mi grado de credibilidad, hasta que cogí el libro misterioso y me  eché a leer toda la historia del cual quedé admirado.
Morir en cuerpo, pero no de alma. Esperar a completar los siete niveles para lanzarse a una segunda, tercera y hasta infinitas oportunidades; siempre y cuando en nuestra vida actual hayamos aprendido de  nuestros errores.  Me quedé fascinado y pensé que si algún día moría, tal vez pueda regresar para ser mejor persona, quizás una vida con nuevas oportunidades para seguir siendo feliz.

Tener una vida distinta en lugares inimaginables, como también pueda adquirir una vida volátil  o ser un bohemio; esto sí que es un misterio, aunque existan cientos de relatos y afirmaciones de haber regresado a la vida. Posiblemente  en unos siglos más se origine una raza distinta, tal vez me reencarne en un androide o en una extraterrestre, pues en realidad nadie sabe lo que  lo que pueda pasar. Sin embargo, si existe la llamada reencarnación, será una nueva oportunidad para ser mejores; al menos resarcir  errores en la vida actual y mejorarlas en un futuro, después de la muerte.