domingo, 27 de octubre de 2013

EL AUTO DE PAPÁ


Estoy seguro que más de una vez soñaste con tener un auto; último modelo, exclusivo, confort  y reluciente. Color negro, rojo, azul, o al gusto del cliente.  Te imaginaste estar frente al volante, conduciendo por  avenidas, calles, rutas  de cualquier ciudad. Sintiendo cómo ese airecito rosa tu piel y hace bailar tu cabello. Moviendo tu cabeza arriba y abajo. Como si dijeras un sí, pero al ritmo de alguna canción y a todo parlante, como para entrar en la onda primaveral o veraniega.

Mi familia y yo también lo soñamos.  Hasta se  nos hizo realidad. Pero lo que nunca soñamos es que ese auto comprado  sería con el último sueldo de papá. Un ocho de octubre del 2010, producto del maldito sistema de privatización  de empresas. Mi padre fue obligado a salir  del trabajo; con un sentido pusilánime, preocupado y  un sobre conteniendo dinero (el mismo que sirvió para comprar el auto “soñado”). Con pasos sobrios pero melancólicos llegó a su casa. Desde ese momento formaría parte de  la innumerable lista de jubilados del Perú.            

Papá manejaría su auto. Saldría a recorrer las calles. Ya no con esa perspectiva de ocio y diversión, sino con el único propósito de  generar dinero, sin embargo, al cabo de una semana y media de trabajo. El hombre que cambió forzosamente su oficina por cuatro ruedas, enfermó.
Estuvo en cama un par de días y abandonado a su suerte pregonando su infortunio, Jamás quiso regresar al oficio de taxista. No mientras su orgullo de trabajador responsable y empeñoso había caído por el suelo.           
Su auto solo lo utilizó para transportarnos en caso de emergencias o actos casuales; pero no para un domingo familiar.               

Hace tres días me llamaron a mi celular. Era mi hermano. Me dijo que mi padre vendería su auto.  Lo compraría un señor que tiene el dinero suficiente como para terminar de esfumar nuestros sueños, ese  que alguna vez nos creamos (y que ya conté). Aquel que dejará su dinero en casa, quizás, para comprar  alguna necesidad. Me imagino en los próximos días de octubre y el resto de este tiempo. Una  cochera vacía y polvorienta. 


viernes, 18 de octubre de 2013

DIARIO DE AMOR ESCOLAR.





Lunes 15 de setiembre del 2001.
Es difícil Caminar  cerca a ella. Cada vez que lo hago se activan en mis entrañas, ciertas sensaciones  frágiles. El nerviosismo se apodera de mí  y  por si fuera poco. Llega un dolorcito a mi garganta; provocando temblores a mis palabras. Ayer ella me preguntó la hora y yo le dije tartamudeando que eran las 12: 05, cuando en realidad mi reloj marcaba las 12:25. No se qué me pasó, qué puedo hacer para expresar todo lo que siento por ella. Me invade el temor.
Martes  16 de setiembre  del 2001.
Hoy llegué tarde a clase. Mi madre me encargó ir de compras al mercado y yo, a regañadientes obedecí. Instintivamente ya  presagiaba mi retraso pues, a la 1:20 pm. Corría  extenuado y directo al salón.  Al ingresar la puerta emitió   un chillido  casi escalofriante, similar a  las películas de terror. Accedí unos pasos y el profesor  prohibió mi ingreso. Ahora debo quedarme sentado en la vereda de mi  salón, mirando a las hormigas y esperando el cambio de hora.

Miércoles  17 de setiembre del 2001.
Hoy sí llegué temprano al colegio, eran las 12:45 y nos escapamos de la formación. Julio, Felipe y yo, le hicimos una maraña al auxiliar de disciplina;  justo cuando dio la orden para cantar el Himno Nacional del Perú. Nos escabullimos de frente al salón. 
Culminó la formación y como siempre, busqué el ángulo perfecto para ver a mi  inspiración  reveladora. A la mujer que ha sido culpable en los últimos dos años de mis desvelos, actitudes románticas, canciones, y toda una lista de poemas destinados  a ella.  El mejor  lugar para eso, era frente  al resquicio de la ventana derecha del salón.    
Cuando de pronto, ella ingresaba con su uniforme azul oscuro;  sus ojos verdes, hacían juego con trenzas sujetas por cintillas del mismo color. Me dieron esas ganas que tiene todo hombre de  saltar  y abrazarla- pero eso, solo existía en mi imaginación-  ¡¡ Hay Dios!! Que bien la había acicalado su mamita. A veces pienso decirle si le dolió la caída. Porque no pudo venir  de otro lugar que no sea  del cielo. Ella es Nataly.
Jueves 18 de setiembre del 2001.
Estaba sentado en el lugar de siempre pero Nataly no llegó. ¿Le habrá pasado algo?

Viernes 19 de setiembre.
Entre la conversación – e insospechablemente- le pregunté a Carolina si sabía algo de Nataly, pero su respuesta no sonó tan alentadoras.             
El recreo fue un acto fúnebre,  ella no estaba. Fui a pasear por las canchas de fútbol y decidí regresar  cinco minutos después  que tocara la campana.

Lunes 22 de setiembre del 2001.
Lo que me gusta de Nataly  es esa particularidad  que desprenden sus ojos;  es decir  hay una mirada de niña rebelde, inherente a su lado angelical, ese que  valora la vida y protege a los animalitos.  Aunque todos piensan que es un niñita antisocial y creída. Pienso yo que,  solo lo hace porque hay muchos niños  malcriados en el colegio.     
He observado su forma de caminar, creo que de grande será una gran modelo de pasarela o una actriz. Pero antes quisiera que sea mi novia, porque según mi madre dice que: las modelos se olvidan de los amores.  Yo creo que es mentira. Me parece que lo menciona porque mi padre las ve por  televisión… 
Sonó la campana, luego entramos al salón. Empezaba la clase cuando tocaron  la puerta, era ella, “Nataly” llegó cinco minutos después de haber empezado la clase. Hoy es un día de gloria. Se sentó justo delante de mi carpeta. Y,  Allí estaba ella. A unos metros de mi  rostro, desprendiendo ese aroma esquicito de su perfume seductor. Yo estaba sobresaltado y a la vez como sapo encantado. Le miraba sus manos perfectas  y entre su piel, se notaba la frescura que horas antes había dejado su jabón de tocador. Su cabello castaño claro lo sacudía y cuando lo hacía, el aire chocaba en mi rostro invitándome a soñar. Ya no importaba nada; ni el  mundo, ni los alumnos, mucho menos las pelotudeces que hablaba el profesor.  Solo era ella y yo.
Pero lo más emocionante fue cuando se volteo y  dijo: ¿Hola Frank cómo estás?  Quedé perpetrado bajo su belleza, como esas serpientes  dominadas por la música de una flauta.  A punto de salir de mi canastilla y ponerme a bailar.

Miércoles 24 de septiembre del 2001

Ayer martes  el profesor Mendoza se le ocurrió  dejar un trabajo grupal. Todos forcejeaban sus carpetas buscando afinidad, cuando de pronto con esa voz ensordecedora dijo: “Regresen sus carpetas, voy a formarlos de acuerdo a como yo lo crea conveniente”.  La bulla del desacuerdo no se hizo esperar.     
Yo rogaba a todos los santitos y a la gracia divina que mencionen mi nombre junto a ella. “Nataly y Frank”. El corazón se estrujaba de emoción; el profesor mencionaba cada nombre de la lista. Mi amigo Felipe se fue con Bety; una niña que nos recordaba a una actriz  de televisión. Carmona se fue con Lorena; la millonaria del salón. Le dicen así porque sus padres trabajan en una empresa que exporta petróleo. En su casa nunca falta la cena deliciosa, como  esos deseables bocadillos, especialmente  para los invitados.   
El profesor dijo: como siguiente grupo de exposición está Nataly y Gustavo, pero el pobre Gustavito no estaba, ya que días antes se enfermó con  la viruela. ¡Gracias viruela!  Grité sin remedio, cuando todos voltearon a mirarme atiné a decir, ¿¡ciruela, alguien a traído ciruela!? Entonces Nataly trabaja con… Frank  -dijo- el profesor.  ¡¡Bien!!

Viernes 26 de setiembre del 2001.
El director de la escuela dio a conocer una buena noticia.  Habrá una fiesta de primavera  y será el día martes 30 de setiembre a las 5:00 pm, por lo tanto se suspenderán  las clases.

Este mismo  día llegué a la casa de Nataly. Llevé una gaseosa, galletas, bombones y todos lo que le gusta a las mujeres. Conversamos como si fuéramos mejores amigos, escuchamos música y hasta se atrevió a recostarse en dos oportunidades sobre mi hombro. Yo era el hombre más feliz del mundo; lo digo en serio.

Lunes 29 de setiembre del 2001.
Ese día expuse con Nataly.  Me atrevo a  decir que fue una excelente exposición, respondimos con gran facilidad  hasta  las preguntas del profesor.              

 
Martes 30 de setiembre del 2001.
La oportunidad que tiene todo niño ha llegado. Hoy debo decirle a Nataly que me muero  por ella, y si es posible que, quisiera casarme con ella.  
La cita era a las 5:00 pm.  Un día antes cercioré  la llegada de Nataly,  entonces,  ya sabía que debía actuar. Repasé cada palabra de mi dialogo  "mini galán y enamorado empedernido".  Busqué consejos en el Google y hasta me encomendé al cautivito de Ayabaca. Era ahora o nunca.
La fiesta empezó a las 6:00 pm, hora, en que Nataly hizo su ingreso. Yo me puse nervioso, pero sabía que eso no ayudaría en nada, así que para  relajar los músculos y  pasar el susto, decidí bailar con Bety. Siempre mirando a la bella Nataly, y su vestidito negrito con encajes. Algo único y espectacular en toda la fiesta.
Terminado el baile, descansé en una silla de madera cerca a mis inseparables amigos. Todos comentaban  lo guapas  que llegaron las chicas, sin embargo mi  única  atención se enfocaba en Nataly.  Era ahora o nunca, cogí un vaso de gaseosa que de un sorbo me lo tragué como si fuera cerveza              .
Sentí mi propia respiración, tan profunda como el  cielo al atardecer. Conté hasta 10,  no  aguardé más mi inquietud, pues  fui en busca de mi destino.  Avasallado por  mi timidez  me paré  frente a ella; con una sonrisa casi temblorosa. Fue entonces,  A las 6:45 pm, cuando la luna  junto a su  grupo  de estrellas se preparaba para posicionarse en el  firmamento. Ella volteó su rostro como en cámara lenta, yo no esperé más - inconsciente de las consecuencias-  La besé. Sí, la besé.
Sin preguntarle cómo estaba, que le gustaba, con quién había venido, si tenía mascota y todas esas preguntas ya contestadas por mis  exhaustivas investigaciones; en  conclusión de la  situación. “Sin su permiso”.
El beso duró  tres celestiales segundos y de un cachetadón me bajó al infierno.  Jamás olvidaré ese día. Luego  de la bofetada le expliqué que la quería con todo mi corazón.  Ella con una sutil sonrisa me dijo “ya lo sabía tontito” y me besó por  cinco segundos más…    a veces pienso que la bofetada estuvo demás.


sábado, 12 de octubre de 2013

PUÑO Y LETRA



Cuando la cultura Cibernética no asomaba ni sus minúsculas particularidades de las que,  ahora conocemos como, redes sociales virtuales. En aquel tiempo, donde los likes no existían y las  publicaciones en un sistema de redes virtuales, no pasaban por nuestros  sueños. Existieron y existirán en la memoria de muchos, las cartas o notas de papel.

Pedazos de papel en las que muchos; románticos, enamorados, informantes, etcétera. Dieron a conocer sus sentimientos, canciones e inquietudes. Escrituras con tinta azul que pasado el tiempo se transformaban  en negra. Papel que mutó  de un color blanco a  uno  amarillento. Papeles que parecieran insignificantes pero guardan más valor que el dinero. Mensajes de los que sí, he sido parte  y hasta puedo decir que aún conservo.

Mi incipiente carta fue para mi primer amor; en realidad una ilusión de colegio que originó en mí  horas tras horas de escritura. Cuando tienes ocho  años escribir con  lápiz, es un poco aburrido. Peor aún si tu letra es un desastre y tienes horrores ortográficos
Por supuesto, ella al tener nueve  años,  tampoco era  una  erudita y conocedora de la real academia española ¿o no?: “Amor de mi BIDA”       


Llegó un momento donde el término “Amor de mi vida” era el gran paso  para que la niña del colegio o del barrio te aceptara. Esas cuatro palabras llegaron a ser muy convincentes, hasta que tienes  15 a 16 años  ves a muchos traicionados(as), y la vida te parece distinta. Ahora “amor de mi vida” forma parte de la monotonía amorosa. Es decir, nadie te la cree.

Escribir cartas es emocionante desde la primera acepción en que te diriges; si es amorosa, primero vendrá el saludo- Lo más sutil que puedas-  el cuerpo del texto – donde te declaras- y finalmente la despedida-  despertando deseos de recibir otra carta- algunos más detallistas escribirán con  tinta de colores o dibujos como los famosos  corazones.     
Días  antes que mi padre viajara. Recuerdo que nos sentaba a la mesa a escribir  cartas para toda la familia; para el tío, primo, la abuelita y la mayoría de integrantes.               

Los tiempos en que utilizamos las cartas u notas de papel, están quedando de lado. Aunque siempre existirá ese romántico (ca) que utilice  esos detalles.


domingo, 6 de octubre de 2013

SER HOMBRE.


Existen muchas razones para decir que ser hombre no es tarea fácil, como muchas mujeres lo piensan. Desde el punto de vista  religioso, y la invención del cosmos, el hombre fue representado por  Adán. Desde un inicio estuvo solo y calato en el paraíso; digamos que nadie le ayudó ni a cocinar.
Desde la concepción  científica el hombre descendió del mono. Aunque no andaba calato siempre estaba peludo;  rascándose y quitándose los piojos.  Por lo tanto, eso no es fácil ni gracioso.
Pasado el tiempo encontramos a un macho evolucionado, un hombre del siglo XXI con tareas arduas, ya que él tiene la obligación de:  
Trabajar día y noche para mantener a su familia. Matar a los ratones. Aguantar como los machos una puntiaguda y filosa aguja, cuando está alicaído. Ser calificado de manera igualitaria por  muchas féminas  al decir, eres un hombre adverso; infiel, depravado, insensible, incomprensible, basura, alimaña, animal rastrero y todas las canciones rancheras mexicanas. Una de las labores complicadas es también  descifrar el difícil y complicado lenguaje delas mujeres, como por ejemplo: tengo frío, quédate, no tengo nada, etcétera.  Esperar dos horas consecutivas  mientras ellas se acicalan, acompañarlas de compras.            

Nada es fácil para el varón. Hay que ser más empeñoso a la hora de enamorar. Hacer compras minuciosamente con respecto a los detalles (que no sean repetitivos), pagar el taxi, caerle bien a la suegra; sin exasperar sus ánimos.         
Por lo general, las mujeres piensan que somos insensibles, sin embargo también lloramos, y mucho. Se nos moja las pupilas  cuando vemos películas románticas, solo que, a comparación de las mujeres, nosotros  pasamos la saliva y nos soplamos los ojos disimuladamente para no llorar.
También le decimos: “amor qué buena película verdad” eso y más, con tal de no llorar.             


El hombre hace suyo un lugar no sólo con el pico y la pala, sino también con lo que piensa al picar y palear.
Sándor Márai