sábado, 28 de diciembre de 2013

CORAZÓN DE MADERA



Introducción.
Hace tiempo dejé mi escribanía, ya no miraba por la ventana esos por menores de la vida, no decía nada, no escribía nada, no contaba nada. Cambié la lectura por horas de ocio y momentos que no quiero recordar. Me convertí en un homo ociosus e idiotus, Y no puedo perdonármelo. El siguiente post es un relanzamiento de “el escribano” como muestra sincera de querer ser aquel escritor innato.


CORAZÓN DE MADERA
Había una vez  en el pueblo “las lunas”, un tipo de sangre fría y espesa. Ningún golpe le causaba dolor, tenía un alma similar a la de un tigre salvaje,   no se lastimaba ni con las peores palabras; como si sus oídos fueran dos mezquinos.                 
Huérfano de padre y madre, lo encontraron en un balde de basura y fue acogido por  dos ancianos de aproximadamente  70 años.   
Lo extraño es que no poseía nombre, solo lo apodaban  “el muchachito” un hombre  de 20 años del pueblo las lunas. Una vez a las seis de la tarde,  cortaba la leña en el viejo corralón de su casa, cuando de pronto escucho la voz más dulce  del mundo; era una niña de 18 años, que por nombre llevaba el de Lucibel. Cuando su voz penetró los oídos el joven sintió un ardor en su corazón, como si un trozo de leña quemara su pecho. De inmediato esa sensación se detenía, para sentirse mas enamorado que nunca.
Así pasaron varios días, cuando asomaba hasta su sombra por el viejo corralón, para sentirse herido, y a la vez feliz. No solo llegó a  escuchar la  voz  de lucibel sino un día la llegó a poseerla con la mirada. La describió como la mujer nacida entre las  flores verde mar.      


Él se enamoró tanto que la conoció; la abrazó y se empalagó con el amor, pero no la besó. De alguna manera  el joven presentía esa extraña sensación era  producto del amor, por ese motivo  hasta ese instante no lo hacía.  Limitaba sus besos hasta que su resistencia no pudo más.  
En consecuencia, se volvió vulnerable a toda palabra, golpe y reacción. El muchachito ya sentía  dolor,  más aún en su pecho. Cuando una tarde cayó desmayado abrió sus ojos y despertó en la sala de un hospital. Increíblemente, los doctores le detectaron que poseía  un corazón de madera.      
Este órgano de madera fina yacía desgastado y algo quemado.Explicaron los doctores que en su  pecho lo llevaba desde que nació. El amor lo lastimaba mucho.       
       
Cuando salió del hospital sabía que tenía que decidir; entre el amor o la muerte de su corazón. Hasta que una tarde de abril, Lucibel sufrió un accidente, cayó en un viejo pozo con agua congelada, mientras caminaba por el bosque de nieve.  Su tiempo de vida era corto, sus huesos se congelaban, y los latidos de su corazón cada vez eran más débiles. Enterado de la noticia “Muchachito no resistió más” se abalanzó sin importarle lo que le pasara. Luego de sumergirse en el agua congelada la abrazó y los dos tiritaban con lágrimas en los ojos, fue una tarde muy triste como aquellas en las que te parten el corazón hasta convertirlo en añicos. La única solución la tenía él.     

Después de un discurso amoroso la oprimió entre sus brazos, la besó hasta con las llamas de su corazón; el agua congelada se evaporó y se dejó caer muerto en el fondo del pozo. El corazón de madera quedó completamente carbonizado.
La mayoría de veces en un tiempo poco común conocemos a alguien, rápidamente se transforma en parte de nuestras vidas. Tal vez nos haga daño y a la vez felices, algo contradictorio de lo que aún no se puede explicar perfectamente.  Tú, solo  cumple con tu misión, que es entregar algo sincero… no lo olvides.


DESPUÉS DEL AMOR



Sin vacilación y con toda libertad de expresión debo confesar que me volví a  enamorar. Esta vez como un niño maduro, es decir, de la forma más temple y consciente que pueda haber sido.
Ella posee rasgos crédulos y encantadores de los que cualquier hombre puede enamorarse; hasta yo lo hice pero a  diferencia de otros expuse  lo que realmente sentía, mi  proposición de quererla iba  más haya que su belleza física, era el hecho de sentirse genial y hacerla sentir distinta. Una manera espectacular que solo ella podía lograr. Cada encuentro mi corazón dictaminaba que la quisiera  más de lo planeado. Y eso ya me preocupaba. A pesar de todo esto siempre existieron abrazos y besos suaves entre los dos, como también  momentos de grata felicidad.
Así fue para mí. Recibí un  amor desmedido y a la vez no correspondido (en su totalidad). He llegado a la conclusión que un caballero debe abandonar el  campo de batalla cuando no hay respuestas. Huyendo de no ser alcanzado por ese monstro huraño que alguna vez se disfraza de amor. La mañana de ayer (antes de escribir este post) logré cancelar mi cuenta del Facebook para sentirme  sosegado en todo este proceso del olvido. Ya no veo sus fotografías, los like en sus estados y todos aquellos que se visten de niños buenos para repetirle lo que ella ya sabe y que de alguna manera alimenta su ego de más emociones “estás bonita”, “eres bella” etcétera.  
Considero también que en este proceso entramos en diferentes etapas:         

- Aceptar lo evidente con justa razón.
- Olvidar en un acto rotundo todo.
- No desear el mal, sino conservar la amistad para un próximo encuentro.
Es claro como el agua, después del amor viene el desamor. Como una película que llega al climax y luego pierde su interés. Por consiguiente, estuve meditando varios asuntos acerca de esto: Después de cada historia siempre hay una enseñanza. Segundo; no siempre vamos hacer perdedores, y tercero; no es malo enamorarse, pues lo importante es ser correspondido  y  cómo puedes tú, controlar tus sentimientos para no ser el afectado. Es una especie de sentimientos maduros, que, sin lugar a duda, nos hiere pero vamos aprendiendo, quienes merecen nuestro absoluto cariño o quienes no.

Luego de esta inexorable reflexión y salir de estos crispados momentos, debo decir que después del amor viene el desamor y con ello, muchos recuerdos materiales y espirituales que debemos guardar en una cajita. No me lamento del tiempo, la perplejidad y los males que haya ocurrido, fui muy feliz en su momento y yo sé que ella también. Gracias (N). Muchas personas de nuestro entorno, nunca supieron de nuestra historia. Mis palabras siempre fueron verdaderas desde el día que agarraste mi mano y me mirabas con emoción. Quizás no es todavía el momento o quizás, este fue el fin.