Continúo de vacaciones en la ciudad de Paita,
he dedicado mi tiempo ha recaudar dinero para la universidad e inscribirme sin
ningún inconveniente en el ciclo venidero, del mismo modo he actuado como todo
un hombre chamba en los diferentes eventos. Así será hasta que llegue el día indicado para iniciar las clases del 2013.
La tarde de ayer jueves 21 de marzo, fue un día clave para darme cuenta que hemos cambiado, que la vida del barrio encementado y su gente ya no es la misma. Pretendí reunir a la gente del barrio para uno de esos juegos deportivos; disparos al arco, alegrías y más risas como tiempos de antaño. Como esos encuentros con más de 12 personas jugando en la cancha de tierra y piedras, allí donde el futbol macho también entra en cuestión. Con un viento precipitado de alta tensión, donde el corazón palpitaba a la velocidad del balón.
Cada vez que concluíamos el encuentro lo hacíamos con un retorno lleno de cansancio, risas y comentarios, bromas de inicio hasta el final. Pero, todo esto ya no existe ni existirá para nosotros.
La tarde de ayer jueves 21 de marzo, fue un día clave para darme cuenta que hemos cambiado, que la vida del barrio encementado y su gente ya no es la misma. Pretendí reunir a la gente del barrio para uno de esos juegos deportivos; disparos al arco, alegrías y más risas como tiempos de antaño. Como esos encuentros con más de 12 personas jugando en la cancha de tierra y piedras, allí donde el futbol macho también entra en cuestión. Con un viento precipitado de alta tensión, donde el corazón palpitaba a la velocidad del balón.
Cada vez que concluíamos el encuentro lo hacíamos con un retorno lleno de cansancio, risas y comentarios, bromas de inicio hasta el final. Pero, todo esto ya no existe ni existirá para nosotros.
No llamamos a Miguel Sanchez porque sus labores
de padre no se los permiten. Mucho menos a su hermano Omar, el trabajo lo mantiene ocupado y de seguro en un
par de años más la vida conyugal lo
premiará con ocupaciones. Lo mismo pasó con los hermanos Cabrera. Frank y Nelson quien todavía viven en la misma casa
pero ahora cada quien con su pareja. La mayoría del barrio no tiene tiempo
para “pelotear” ni jugar una fascinante
pichanguita, muchos de nuestros jugadores ahora son expertos cambiando pañales, levantándose
a las 4 de la mañana o trabajando muy duro para mantener a su familia.
La vida ha cambiado, quizás no mucho para mí ya
que sigo soltero y no tengo
preocupaciones de ese tipo – por ahora-
Ayer, al encontrar el viejo balón y recordar tantas situaciones
vividas durante muchos años en la calle donde en un principio fue conformada por pistas de tierra, con casas de techo de
calamina y paredes de caña de guayaquil. Pudimos de todos modos ir a pelotear,
no con toda esa gente de antes, pero si, con Edward y Edison mis hermanos,
enrique y su amigo el che.
Todo cambia y todo pasa, quizás los niños de ahora jugarán el futbol en canchas modernas. Es más tal vez alguien puede contarnos cuánto y cómo cambió la vida.
Todo cambia y todo pasa, quizás los niños de ahora jugarán el futbol en canchas modernas. Es más tal vez alguien puede contarnos cuánto y cómo cambió la vida.
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