He ido a la farmacia en busca de
un medicamento para aliviar un irritante y punzante dolor en el pecho. Molestia desconocida de la que puedes
plantear hipótesis, muchas veces
negativas; moriré del corazón, es algo
maligno, tengo pocos días de vida, o
quizás sea un dolor muscular. Asimismo, están los que adquieren la posición de médico
de cabecera para aliviarte el dolor con
recomendaciones clínicas, y porque no decirlo, psicológicas – son tonterías no
les hagas caso-. Al llegar a la farmacia la chica de cabello castaño cuyo
nombre es Mayra, según su placa pegada en la blusa, me preguntó que si era alérgico a la
penicilina, si el dolor era constante, si bebía licor... y diez mil preguntas más, para que al final del
interrogatorio me brinde un calmante muscular.
De cierta manera este dolor ha ido disminuyendo en estos últimos días. Momentos exactos en que he terminado de leer un libro llamado “Muchas vidas, muchos maestros” de Brian Weiss. Un médico psiquiatra Estadounidense, que Cuenta la historia de Catherine (paciente) y sus extraordinarias 86 vidas descubiertas a través de la regresión hipnótica. En esas sesiones paulatinas, pasó de ser una niña pobre, a una pobladora de Egipto, fue un marinero de guerra, y hasta una mujer enferma de lepra, entre otras vidas más que dejaron atónito a Brian.
El tema central es la reencarnación. Concepto que en ningún sentido despertaba mi grado de credibilidad, hasta que cogí el libro misterioso y me eché a leer toda la historia del cual quedé admirado.
Morir en cuerpo, pero no de alma. Esperar a completar los siete niveles para lanzarse a una segunda, tercera y hasta infinitas oportunidades; siempre y cuando en nuestra vida actual hayamos aprendido de nuestros errores. Me quedé fascinado y pensé que si algún día moría, tal vez pueda regresar para ser mejor persona, quizás una vida con nuevas oportunidades para seguir siendo feliz.
Tener una vida distinta en lugares inimaginables, como también pueda adquirir una vida volátil o ser un bohemio; esto sí que es un misterio, aunque existan cientos de relatos y afirmaciones de haber regresado a la vida. Posiblemente en unos siglos más se origine una raza distinta, tal vez me reencarne en un androide o en una extraterrestre, pues en realidad nadie sabe lo que lo que pueda pasar. Sin embargo, si existe la llamada reencarnación, será una nueva oportunidad para ser mejores; al menos resarcir errores en la vida actual y mejorarlas en un futuro, después de la muerte.
De cierta manera este dolor ha ido disminuyendo en estos últimos días. Momentos exactos en que he terminado de leer un libro llamado “Muchas vidas, muchos maestros” de Brian Weiss. Un médico psiquiatra Estadounidense, que Cuenta la historia de Catherine (paciente) y sus extraordinarias 86 vidas descubiertas a través de la regresión hipnótica. En esas sesiones paulatinas, pasó de ser una niña pobre, a una pobladora de Egipto, fue un marinero de guerra, y hasta una mujer enferma de lepra, entre otras vidas más que dejaron atónito a Brian.
El tema central es la reencarnación. Concepto que en ningún sentido despertaba mi grado de credibilidad, hasta que cogí el libro misterioso y me eché a leer toda la historia del cual quedé admirado.
Morir en cuerpo, pero no de alma. Esperar a completar los siete niveles para lanzarse a una segunda, tercera y hasta infinitas oportunidades; siempre y cuando en nuestra vida actual hayamos aprendido de nuestros errores. Me quedé fascinado y pensé que si algún día moría, tal vez pueda regresar para ser mejor persona, quizás una vida con nuevas oportunidades para seguir siendo feliz.
Tener una vida distinta en lugares inimaginables, como también pueda adquirir una vida volátil o ser un bohemio; esto sí que es un misterio, aunque existan cientos de relatos y afirmaciones de haber regresado a la vida. Posiblemente en unos siglos más se origine una raza distinta, tal vez me reencarne en un androide o en una extraterrestre, pues en realidad nadie sabe lo que lo que pueda pasar. Sin embargo, si existe la llamada reencarnación, será una nueva oportunidad para ser mejores; al menos resarcir errores en la vida actual y mejorarlas en un futuro, después de la muerte.
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