viernes, 22 de marzo de 2013

LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ





Continúo de vacaciones en la ciudad de Paita, he dedicado mi tiempo ha recaudar dinero para la universidad e inscribirme sin ningún inconveniente en el ciclo venidero, del mismo modo he actuado como todo un hombre chamba en los diferentes eventos. Así será hasta que llegue  el día indicado para iniciar las clases del 2013.    
La tarde de ayer  jueves 21 de marzo, fue un  día clave para darme cuenta que hemos cambiado, que la vida del barrio encementado  y su gente ya no es la misma. Pretendí  reunir  a la gente del barrio para uno de esos juegos deportivos; disparos al arco, alegrías y más risas como tiempos de antaño. Como esos encuentros con más de 12 personas jugando en la cancha de tierra y piedras, allí donde el futbol macho también entra en cuestión. Con un viento precipitado de alta tensión, donde el corazón palpitaba a la velocidad del balón.   
Cada vez que concluíamos el encuentro lo hacíamos con un  retorno  lleno de cansancio, risas  y comentarios, bromas de inicio hasta el final.  Pero, todo esto ya no existe ni existirá para nosotros.
No llamamos a Miguel Sanchez porque sus labores de padre no se los permiten. Mucho menos a su hermano Omar,  el trabajo lo mantiene ocupado y de seguro en un par de años más  la vida conyugal lo premiará con ocupaciones. Lo mismo pasó con los hermanos Cabrera. Frank  y Nelson quien todavía viven en la misma casa pero ahora cada quien con su pareja. La mayoría del barrio no tiene tiempo para  “pelotear” ni jugar una fascinante pichanguita, muchos de nuestros jugadores  ahora son expertos cambiando pañales, levantándose a las 4 de la mañana o trabajando muy duro para mantener a su familia.                

La vida ha cambiado, quizás no mucho para mí ya que sigo  soltero y no tengo preocupaciones de ese tipo – por ahora-  Ayer, al  encontrar el  viejo balón y recordar tantas situaciones vividas durante muchos años en la calle donde en un  principio  fue conformada por  pistas de tierra, con casas de techo de calamina y paredes de caña de guayaquil. Pudimos de todos modos ir a pelotear, no con toda esa gente de antes, pero si, con Edward y Edison mis hermanos, enrique y su amigo el che.
Todo cambia y todo pasa, quizás los niños de ahora jugarán el futbol en canchas modernas. Es más tal vez alguien puede contarnos cuánto y cómo cambió la vida.

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