jueves, 18 de abril de 2013

EL ABUELO PEDRO.





Él,  sólo terminó la secundaria.   Pero su intelecto,  Pareciera  haberse  formado en las aulas de una universidad. Cuando cumplió los 18 años,  compró sus libros de mecánica y electrónica  y decidió educarse solo. Digamos que fue un autodidacta en busca de  la superación. En ese tiempo -1950-  apenas existían tecnológicos donde  asistía solo gente opulenta, fueron  años  donde todos carecían de posibilidades para solventar los mejores estudios. Por lo tanto, al igual que él, trabajar era el destino de todo alumno egresado de su centro educativo.        

Tiene rasgos  chinos y es delgado, le gusta bailar y cuando lo hace siempre sonríe. Sus lentes que contrarrestan la miopía,  aún tiene ese matiz que se acomoda a su rostro de ingeniosidad para hacer las cosas. La época y las circunstancias lo obligaron a seguir ese ritmo; trabajar y ser el sostén de su familia.     
Su padre se llamó Valentín y su madre Demetria, quienes lo criaron con esa arraigada costumbre de antaño, cero alcohol y cero parrandas. Tuvo una hermana llamada Graciela como mi madre, lamentablemente  ella murió cuando tenía 15 años.  En esos tiempos , los niños aún jugaban al trompo, empuñadas, y a las canicas.       Siempre me he imaginado al  abuelo Pedro, corriendo en  su barrio, sin lentes y quizás descalzo, aunque no sé si lo habrá hecho frecuentemente, y de esa manera.  Es así como emprendió su perseverante y difícil camino; lleno de trabajo y responsabilidades. Sobre todo, cuando se casó con doña Elena Benites- mi abuela- de cariño le decíamos mamá nena, un efusivo seudónimo que hasta sale de nuestro interior cada vez que nos acordamos de ella,  afectando nuestro  grado de sensibilidad  nostálgica  al recordarla.
A sus 80 años, Pedro es el abuelo ejemplo.  Su posición como patriarca de la  casa, lo convierte en la   unión familiar de  10 hijos y 22 nietos. Para ser sincero   confieso que ha sido la solución a muchos de nuestros problemas e inconvenientes de nuestros hogares, pues su ingenio, conocimiento y paciencia, denotan su capacidad para solucionar de forma efectiva, cualquier clase de  problemas. Todo esto lo  transforma en el  “Súper Pedro”  Con una llamada, por no decir señal. Pudo reparar la plancha, licuadora y sistema eléctrico en los diferentes hogares. Así como también, pudo darle  rienda suelta a sus conocimientos en las  empresas en las  cuales se ha desempeñado. Los ingenieros y trabajadores le decían  “don Pedro venga a solucionar este problema”  muy bien ya esta arreglado ¿y usted dónde se ha preparado? ¿Dónde estudió? Esas palabras de congratulaciones y grandes historias aún son transmitidas por él. Como nadie se lo imagina, tengo ese abuelo que aún conserva la ecuanimidad, sensatez y alegría, por tanto,  cada reunión familiar, es un ritual jocoso.

Para mi abuelito Pedro Barrientos, de su nieto Frank. 

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