lunes, 7 de enero de 2013

CONFESIONES





Cuatro de la mañana de un nuevo día. Son estos momentos en los que odio levantarme a causa de un insomnio grosero e inconsciente. Arrebatando mi sueño y dejándome caer entre el mundo real y el de la somnolencia.   
Es de madrugada y el ruido se agudiza; los grillos cantan, un gato llora sus penurias. En mi mente, el minutero del reloj corre desesperadamente. Me puedo imaginar las próximas horas luchando por no quedarme dormido. A comparación de otros días, este parece ser el peor. Por lo tanto debo liberar la mente y espíritu, como esos estudiantes de yoga y su famosa “meditación y relajación”. Pero. Para llegar a ese trance  necesito confesar algunos actos nocivos de todo niño-adolescente-joven en busca de su liberación.

Debo confesar que: No fui el angelito que todos creían en el nivel jardín; robé la plastilina del salón porque me llamó la atención sus colores, a demás.   le pegué a mi amigo Carlitos- No soy agresivo pero a nadie le gusta que le orinen las medias cuando vas al baño- Confieso que mamá es una excelente cocinera, pero la sopa de plátano verde no me gusta.  Cuando tenía 8 años. Creía que la sala era una guarida secreta donde salían robots con ta sólo presionar un botón. Declaro mi culpabilidad al sustraer 3 soles del bolsillo de mi padre. Debí hacerlo para  poder comprar los ricos chizitos chipy. Éstos venían con  unos muñequitos de los pica piedras que alumbraban en la oscuridad.
Quiero afirmar que nunca me gustó ser policía escolar. Ya que no me gustaba tener en contra a los más rebeldes del salón. Confieso tener miedo a las alturas. Sobre todo después de caer de las gradas del circo al quedarme dormido.  Revelo que lo peor de ni niñez es haberme peleado con mi hermano y no hablarnos por un largo tiempo. Ahora que han pasado esas épocas, y  no formamos parte del colegio. Confieso que una noche junto a mi amigo lizardo, hurtamos 2 relojes de pared en los salones del 4to y 5to de secundaria – El reloj color rojo aún lo conservo en mi cuarto- Y ya que hablamos del colegio. Fui yo quien con una tiza mojada color blanca   pintó la pared del baño. Con una frase que mostraba mi lado vandálico adolescente. “Todos me llegan al…” todo parecía inofensivo hasta que la tiza se secó.
Expreso que me escapé del colegio varias veces, sobre todo en la clase de matemática, pues hasta ahora odio esta materia. A eso agrego que siempre me he copiado. Manifiesto que mi grado de timidez ha disminuido,  y que mi primer beso fue a los 18 años con una chica que casi me traga como tiburón. Deseo manifestar que siempre quise llegar hacer como mis amigos los  rompe corazones. Pero siempre sale algo de mí que no me lo permite. El psicólogo dice que es mi "personalidad innata". Esas chucherías que de un millón de mujeres sólo unas cuantas  saben  valorar.

Confieso que no me gustan los cumpleaños. Porque recuerdo a mi abuelita Elena. Llamaba los 5 de agosto de cada año a saludarme. Animosa y muy sonriente me decía: “feliz cumpleaños hijito”. Lloré mucho cuando dejo de existir. Desprendí llanto en el oscuro silencio de todas las noches, donde mi único consuelo era mi almohada. Confieso y reconozco en ocasiones sentirme solo. Tener tanto cariño que  dar y  no saber a quien, o saber a quién, pero no ser correspondido. Siguiendo estos relatos amorosos.De forma inmadura, confieso haber odiado a mi ex con todo mi corazón. Una por traicionarme, y dos por no ser sincera. Algo que  pude superar  después de año y medio.
Revelo y  confieso quedarme sorprendido como pasa tan rápido el tiempo, yo aún estudiando y los demás teniendo hijos por docena. De la misma manera declaro mi alegría al haber superado 3 años de duras penas, haber salido de un estado calamitoso a uno tranquilizador; como retomar el estudio después que a mi padre lo obligaran a salir del trabajo- si que fueron años de porquería- he perdido  muchos años de estudio. Quedándome en el tiempo y espacio. Ahora en la nacional conozco a gente valiosa con deseos de superación. y como dice mi madre, "nunca es tarde para nada".  
Mis respetos para mi amigo Luis Pedemonte, por motivarme a la lectura. Retomar los libros después de muchos años no ha sido fácil.
Declaro que  hasta esta fecha  me encanta “A”. Pero hay ciertos temores que invaden tanto a ella como a mí. No sólo eso. Sino también las miles de preguntas que quisiera hacerle- Pero aún no me atrevo- sin olvidar la distancia que nos separa. Creo que después de una pelea angustiosa por el facebook pude entender que su tiempo es restringido. Sé que tiene algo especial – La quiero mucho-  es una mujer completa, y  muy particular en mi vida. Aunque no sabemos lo que el destino tiene para nosotros dos.

Declaro, manifiesto y relato. Haberme querido ir de la casa; Un mañana le dije a mi madre estar harto de estar aquí sin hacer nada, que no habría posibilidades de progresar. sólo estoy retrocediendo. La solución sería viajar a la capital para tan ansiada felicidad– Así le dije- . Algo que nunca olvidaré, es escuchar a mi  madre con voz agobiante y a la vez alentadora. mencionar lo siguiente: "Hijo ten paciencia, no puedes irte  sin antes haber estudiado algo". Con eso te puedes defender. la vida no es fácil cuando estás en un lugar solo.


Confieso quedar agradecido contigo,  por leer algo tan personal como son; “ALGUNAS” de mis confesiones. Espero sirvan como ejemplo.  

1 comentarios:

  1. Este post me gusto mas que cualquier otro,ojala podamos compartir algun dia una extensa conversacion,seria muy interesante...tenemos mucho q compartir..sigue asi y para ADELANTE

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