HERMANO MAYOR
Cuando terminó su carrera profesional, los días, meses y un par de años fueron agobiantes. Todos piensan que cuando egresas de la universidad las puertas laborales se abren fácilmente. Pues no es así, al menos ahora donde los requisitos son tajantes e innumerables.
Ese tiempo fue difícil pero su madre siempre le ponía ese toque de optimismo para que siga adelante. Hasta que llegó esa gran oportunidad y trabajó sin parar, demostrando su capacidad y satisfacción ante su jefe. A fin de mes, recibió su pago y lo compartió con toda su familia.
Cuando terminó su carrera profesional, los días, meses y un par de años fueron agobiantes. Todos piensan que cuando egresas de la universidad las puertas laborales se abren fácilmente. Pues no es así, al menos ahora donde los requisitos son tajantes e innumerables.
Ese tiempo fue difícil pero su madre siempre le ponía ese toque de optimismo para que siga adelante. Hasta que llegó esa gran oportunidad y trabajó sin parar, demostrando su capacidad y satisfacción ante su jefe. A fin de mes, recibió su pago y lo compartió con toda su familia.
PALABRAS BONITAS
La navidad se aproximaba – a sólo tres días- las tiendas estaban congestionadas por consumistas ansiosos por comprar el mejor regalo,
pagaban con monedas y/o billete.
Al pasear por las calles, las luces navideñas reflejaban los ventanales. Los famosos y barrigudos papa noeles se paseaban como hormigas en el jardín. Y como era de esperarse, hacer largas colas transformaba al más sutil y paciente, en un energúmeno irrazonable.
Cuando llegué a la cola para pagar mis productos, una señora y su hija de aproximadamente tres años de edad se ubicaban frente a mí. Ella renegaba con todos, se encolerizaba mirando el reloj como si el minutero fuera el horario, esa noche me atreví a decirle:
Señora: ¿Cuánto le costó la muñeca?
La señora me respondió ¿Cuál muñeca?
Y yo le señalé a su hija.
Su risa se desprendió de forma instantánea, despejando su cielo gris.
Al pasear por las calles, las luces navideñas reflejaban los ventanales. Los famosos y barrigudos papa noeles se paseaban como hormigas en el jardín. Y como era de esperarse, hacer largas colas transformaba al más sutil y paciente, en un energúmeno irrazonable.
Cuando llegué a la cola para pagar mis productos, una señora y su hija de aproximadamente tres años de edad se ubicaban frente a mí. Ella renegaba con todos, se encolerizaba mirando el reloj como si el minutero fuera el horario, esa noche me atreví a decirle:
Señora: ¿Cuánto le costó la muñeca?
La señora me respondió ¿Cuál muñeca?
Y yo le señalé a su hija.
Su risa se desprendió de forma instantánea, despejando su cielo gris.
TAL VEZ
La dosis de amor lo descontroló, ofuscando sus sentidos
a tal punto de lograr despistar y
desechar al competidor, así fue y hasta con malas mañas.
Pero, tal vez ella no pueda tomar ninguna decisión. Tal vez no le guste ninguno de ellos. Tal vez sólo le interese la amistad. Tal vez el que la sigue la consigue, pues quien tiene más cercanía gana. O tal vez, le guste más el competidor. Tal vez ya terminó esta historia y ,ella, ya decidió...
Pero, tal vez ella no pueda tomar ninguna decisión. Tal vez no le guste ninguno de ellos. Tal vez sólo le interese la amistad. Tal vez el que la sigue la consigue, pues quien tiene más cercanía gana. O tal vez, le guste más el competidor. Tal vez ya terminó esta historia y ,ella, ya decidió...
EL CASORIO
Ella
cumplía los 35 años, como aferrada a su suerte quiso esperar al hombre ideal, mientras tanto su tiempo lo empleaba
trabajando en la empresa y a convivir con su familia.
Cuando llegó a los casi 36 años, las circunstancias eran diferentes; ella no quería esperar más, debía tener una familia. Como en los tiempos donde el padre pactaba un matrimonio, éste le consiguió al hijo de su compadre para que por fin se casara, sin conocerse ni enamorarse, sin saber cual es su color y comida favorita.
Precipitosamente marcharon al altar y dieron el sí con la música nupcial.
Yo tomé la foto.
Cuando llegó a los casi 36 años, las circunstancias eran diferentes; ella no quería esperar más, debía tener una familia. Como en los tiempos donde el padre pactaba un matrimonio, éste le consiguió al hijo de su compadre para que por fin se casara, sin conocerse ni enamorarse, sin saber cual es su color y comida favorita.
Precipitosamente marcharon al altar y dieron el sí con la música nupcial.
Yo tomé la foto.
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