RETRATO EN MAYO

Como consecuencia de un apetito voraz, he ido al comedor de la universidad. Perdiéndome  entre las miradas y mechones de cabello que sobresalen entre la multitud.    
La cuchara hacía su recorrido, del plato a la boca y de manera moderada.  El menú fue  arroz con tortilla y una especie de menestra de maíz. Todo estaba muy bien pero, al momento de ingerir la bebida  mi paladar  sintió  el sabor de la “Hierba luisa” a todo  esto, quiero confesar que no me gusta esta bebida, más haya te poseer propiedades para el aparato respiratorio, digestivo, respiratorio, etcétera. He llegado a la conclusión que, tal vez es un trauma de mi niñez cuando alguien echo sal en lugar de azúcar a mi taza de hierba luisa.  

Como  acto final, absorbí una cantidad de aire, hinchando mi pecho como un gallito peleador, tragando  la hierba luisa sin respirar. Cuando el liquido bajaba hasta  la parte final de  la taza,  logré ver mi rostro, allí estaba yo.     
Con esa mirada de rendija,  pues muchas veces mi hermano Alex me grita ¡No te duermas! Cuando al final estoy más despierto que chofer en  carretera. Se visualizaba también mi nariz, ñata y algo extraña.
Era yo queriendo reír,   apunto de expulsar la hierba luisa como bomba de agua, mis lentes marcaban; miopía 1.50 por en cada ojo, una medida perfecta y a la vez  imperfecta porque cansa utilizarlos.  Me he mirado y he visto a ese hombre que ha pasado por dos universidades (una privada y la otra estatal)   casi aletargado, alterado y activo  cuando se trata de estudiar, a su vez feliz porque  ha conocido a mucha gente que lo saluda atentamente.

Me he mirado bajo el líquido verdoso de la hierba luisa, en  el fondo de la taza  metálica,  quedando sorprendido por seguir vivo  en este  mundo fatal, sobre todo cuando la gente embrutece y no te permite avanzar. Miré al chinito algo cachetón que muere  por vestir  con terno sport, a ese tipo que quiere siempre una oportunidad para estar mejor, al que sigue sentado en la banca; esperando al amor, al que quiere a sus padres igual que tú, el que no pide un gracias,como muestra final.      
He dado un trago más, ya casi se termina la hierba luisa. Por cada trago observo con mayor nitidez - Pero a su vez de forma cóncava distorsionada-  me miro frente a frente , soy yo,  el hombre  que deja su nerviosismo  para exponer en la universidad, al que adhiere horas de desvelo, al igual que tú cuando hay examen.   A ese que no es perfecto, ni se considera guapo. Al  estúpido, gruñón e incoherente, como al inteligente, servicial, amable y  amiguero. Y es que en la vida somos de todo, tenemos ese  contrastes del bien y el mal, ni santo, ni tan pecador.

Se acabado la infusión  de hierba luisa, ahora puedo respirar con mucha tranquilidad, pude ver rápidamente mi retrato de manera mental.
Acertada o no, creo que todos nos vimos  en el fondo de una taza, algunos sacando la lengua y otro guiñando sus ojos.            
Tal vez algún día lo haga frente a un espejo. Solo para preguntarme si en ese momento, la vida juega totalmente a mi favor.