martes, 4 de junio de 2013

CUMPLEAÑITO FELIZ




Con el propósito de liberarme de la alta tensión académica, he aceptado la invitación a una fiesta de tres añitos, o mejor dicho, para ser más directo,  he aceptado la invitación de mi hermano, dueño del local en el cual se realizará la fiesta de tres añitos. 
La cita era a las cuatro  de la tarde, yo llegué temprano para ayudar un poco. Las mesas ya estaban puestas; caramelos, gelatinas, mazamorra morada, dulces, y toda clase de chucherías que provoca devorar con disimulo.  A propósito, quiero confesar que  le di dos zarpazos a la fuente de bombones, embutiéndome el alimento como caníbal desesperado.   

El local estaba  acondicionado, listo  para recibir a cientos de niños y madres  de familia en busca de una tarde jocosa, los globos de todos los colores hacían juego con la excelente decoración, puesto en escena, el ratón Mickey Mouse. Veía al divertido ratón convertido en piñata, platos, vasos, gorros, sorpresas, en el piso, en el techo. Poco faltó que estuviera en el baño.   
Lo cierto es que el inicio de fiesta era 4:30 de la tarde, pero como los peruanos nunca llegamos a la hora. La fiesta empezó a las 5: 30, cuando ya el local estaba listo para empezar una tarde divertida. Las madres llegaron  alegres, bañadas y bien olorosas; vestidas para la ocasión. Junto con aquellas criaturitas del señor, esos angelitos que no paraban de correr por todo el local, gritando y saltando. Subiéndose a las mesas, y creyéndose Goku, otros disparando con pistolitas imaginarias; alucinándose soldaditos de la segunda guerra mundial, revolcándose en el suelo. Tragándose los caramelos, llorando, pidiendo pipi.   

Mi teoría es la siguiente: todos parecieran haber estados atados de manos y pies a sus camas, y cuando llegaron al local, expulsaron ese verdadero niño travieso y juguetón, a demás de hilarante y malcriado. Pero ¿Qué niño de tres años no se comportó así alguna vez?           
El show iba a comenzar, me posicioné al lado de mi hermano Edward; a quien agradezco por la  invitación. Sonó la música y  aparecía el payasito más divertido del mundo,  él era el payasito “cornetita”  un nombre bastante peculiar  para ser payaso. Mientras lo escuchaba hablar, traigo a mi mente en forma de flashback, aquellos momentos en mi vida donde tenía cinco  años y asistí a una fiesta de cumpleaños. Recuerdo que en aquella fiesta, los niños lloraban desesperadamente al ver el payaso, porque recordaban cuando su madre les decía: a los hijos  que no comen toda la verdura se los lleva el payaso diabólico. He allí  el trauma de todo niño.
 Esa tarde fue una de las mejores de mi vida.  El payaso nos vistió con pelucas, mi hermano, mi primo y yo, muriendo a carcajadas. Las señoras casi se orinan, más aún cuando el payaso nos dijo parecíamos a Michael Jackson, Ricky Martin (que hasta entonces lo creíamos hombre) y Chayanne.

Regresé a la realidad, cuando escuché a un  niño regordete reírse hasta más ya no poder,  cornetita movía el trasero y agudizaba su voz para transmitir más simpatía.               
Cuando dieron las 8:00 de la noche todos  corrieron  a la piñata, los niños se abalanzaron en busca de  sorpresas, también lo hicieron las señoras.  Luego, cantaron el feliz cumpleaños, repartieron las sorpresas y la exquisita  torta, que de tres pisos solo quedo uno.            
A las 9:00 de la noche todos se fueron a sus casas. Cerramos las puertas, apagamos las luces y  silenciamos el ambiente.
                              

                 Puedo asegurar que ese día dejó un grandioso recuerdo.  

2 comentarios:

  1. MUY BUENA PUBLICACION!!! YA POCO TE FALTO TAMBIEN CONVERTIRTE EN PAYASITO :D....SIGUE ADELANTE!!!

    ResponderEliminar
  2. Me parece que todos tenemos un payasito dentro. Cuando conversamos en grupo y desprendemos un chiste o un acto que cause risa, demostramos ese lado humorístico. Gracias muchos saludos.

    ResponderEliminar