sábado, 10 de agosto de 2013

PASEN AL CIRCO





El mes de julio es un emblema  de rojo y blanco. Una fiesta con sabor a Peruanidad  con  días de ocio y paseos familiares. Barrios teñidos de alegoría bicolor  muestran sus banderas desde las cimas construidas con cemento y calaminas.   
La situación es que al pasar  este séptimo mes, siempre queda en la ciudad una carpa gigante cercada  de rejas metálicas, con carros remolcadores, y carpas más pequeñas;  de pronto vemos a  un león abriendo el hocico y  a 
un elefante desprendiendo un grito ensordecedor.            

Lo cierto es que en agosto las oportunidades de ir a un circo son muy buenas, aún podemos pagar un boleto y sentarnos en las gradas para disfrutar del show. Así  como muchas personas que logran desprenderse de sus responsabilidades. He ido al circo.  El nombre de la carpa gigante es TIVOLI. Y Para mi buena suerte queda cerca a mi casa. 
Fui con Alex, mi hermano menor, el cual se mostraba muy entusiasta por ver a los payasos y  números acrobáticos. Aunque me parece que su alegría es por ver a las bailarinas.  

Caminamos guardando el equilibrio, nos ubicamos en las gradas de atrás para ver el show. Y es cuando recordé los  8 años de mi infancia,  al verme tirado en el suelo  después de caer estrepitosamente entre las escalones del circo. Estuve dos meses con un brazo enyesado y moretones por doquier.         
Pero, el show debe continuar. Al  tercer silbato  y contando tres minutos más salió el primer número de la noche;  era una chica que movía todo el  esternón como si sus huesos fueran de hule, bailó como  cinco minutos  moviendo las  posaderas.  Había un señor gordo y  barbudo en la primera fila que aplaudía sin parar, sobre todo cuando ella dibujaba imaginariamente un circulo con sus grandes atributos.              

Luego continuaron los payasos. Pienso que es bueno sentarse en las gradas de atrás -siempre y cuando no te quedes dormido- Es bueno tomar esa posición ya que no eres el conejillo de indias de  payasos atrevidos con  burlas incontenibles. Como en esa noche lo hicieron con el hombre gordo y  barbudo, pues lo confundieron “intencionalmente” con el elefante, hipopótamo e hicieron burla de su sobre peso.           
Hasta cuando el gracioso  payaso,  subió a las gradas y entre broma dijo: miren a quien tenemos aquí. Mi hermano y  yo vacilamos,  nos tembló todo.  Yo estaba listo para poner un a cara  buenos amigos pero con insultos mentales capaces de sobre llevar la situación. Mi hermano quería tirarse de las gradas para no pasar vergüenza. El payaso se acercó y escuchábamos risas irónicas anticipadas al chiste, cuando de pronto señaló al tipo sentado a mi costado y regresó mi alma al cuerpo.

 Así pasó la noche después de un gran susto, viendo acróbatas y malabaristas, contorsionistas y más payasos.  A veces pienso que detrás de cada maquillaje y sonrisa siempre hay una gran historia que contar.  Pero, mucho cuidado porque adelante de un león podemos estar nosotros. 








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