Soy merecedor de tres semanas de vacaciones en las que mis compañeros y yo, nos
alejamos de las aulas universitarias. Cambiamos
las horas de estudio y sumamos cinco
minutos más al despertador para poder dormir plácidamente.
Estos días los disfruto sosegado y sin mucha responsabilidad. Redactando sobre mi escribanía improvisada y degustando una taza con café caliente, y en ocasiones con manzanilla.
Estos días he pensado que somos soldados que luchan sin cesar: iniciamos nuestra aventura desde el vientre de nuestra madre. Salimos y desprendemos un llanto de batalla que para muchos doctores significa estar vivo.
Cuando somos niños adquirimos enfermedades, muchas veces estas son por ingerir lodo del jardín, caminar calato por la casa, y hacer caso omiso a la voz de mamá ¡¡ cuidado!! Que te vas a caer… al final te caes y te llevan al doctor.
Somos soldados cuando pasamos por los salones del colegio, luchando por salvar malas y regulares calificaciones; hecho que se repite por cinco años en la universidad.
Para muchos y dependiendo su estatus social en el que se encuentran, desde los cinco a 18 años les parece todo fácil. Se convierten en los hijitos de papá y mamá, sin batallar.
Para otros es totalmente distinto pues la batalla es anticipada, la infancia automáticamente se desecha, es decir; no hay juguetes, ni escuela. Aquí el pequeño soldadito sale a la calle en busca de lo mejor para sobrevivir.
Cuando de pronto tus ojos se cierran y ya tienes 26 años; tiempo en que deberías ser un profesional. Un gran abogado, doctor, médico, comunicador, administrador, etcétera.
Estos días los disfruto sosegado y sin mucha responsabilidad. Redactando sobre mi escribanía improvisada y degustando una taza con café caliente, y en ocasiones con manzanilla.
Estos días he pensado que somos soldados que luchan sin cesar: iniciamos nuestra aventura desde el vientre de nuestra madre. Salimos y desprendemos un llanto de batalla que para muchos doctores significa estar vivo.
Cuando somos niños adquirimos enfermedades, muchas veces estas son por ingerir lodo del jardín, caminar calato por la casa, y hacer caso omiso a la voz de mamá ¡¡ cuidado!! Que te vas a caer… al final te caes y te llevan al doctor.
Somos soldados cuando pasamos por los salones del colegio, luchando por salvar malas y regulares calificaciones; hecho que se repite por cinco años en la universidad.
Para muchos y dependiendo su estatus social en el que se encuentran, desde los cinco a 18 años les parece todo fácil. Se convierten en los hijitos de papá y mamá, sin batallar.
Para otros es totalmente distinto pues la batalla es anticipada, la infancia automáticamente se desecha, es decir; no hay juguetes, ni escuela. Aquí el pequeño soldadito sale a la calle en busca de lo mejor para sobrevivir.
Cuando de pronto tus ojos se cierran y ya tienes 26 años; tiempo en que deberías ser un profesional. Un gran abogado, doctor, médico, comunicador, administrador, etcétera.
Desde los 30 años hacia delante, muchos soldados siguen luchando pero esta vez con dos a tres integrantes más, quiero decir, con una
familia a quien debe mantener. Por otra parte existen
guerreros que mueren en el campo de batalla; Considero penoso saber, que
muchas personas no llegan a conocer mucho de la vida, pues mueren en la sala de
un hospital y otros no llegan a ver la primera luz del día. Por eso debes estar
agradecido por lo mucho que has logrado, tantas ocasiones de alegría, y aunque
suene contradictorio debes saber que los problemas son buenos, ya que
demuestran tu capacidad para luchar ante las adversidades.
Soy Frank Pinedo, un soldado que sigue luchando por salir victorioso dentro de un mundo irreverente.
A lo largo de mi vida, siento que he ganado y perdido; aspectos más valioso que otros pero, al final seguimos en la lucha. Me preguntaron ¿cuál sería tu deseo antes de morir? Yo respondí: conocer lo más bello del mundo.
Soy Frank Pinedo, un soldado que sigue luchando por salir victorioso dentro de un mundo irreverente.
A lo largo de mi vida, siento que he ganado y perdido; aspectos más valioso que otros pero, al final seguimos en la lucha. Me preguntaron ¿cuál sería tu deseo antes de morir? Yo respondí: conocer lo más bello del mundo.
Perspectiva: Punto de vista, forma de
considerar algo.
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